miCViajando cumple un año. En
marzo de 2013, cuando estaba en Indonesia decidí ponerme a escribir algunas de
las anécdotas, reflexiones y consejos sobre trabajos internacionales que había
acumulado durante los últimos años. Quizás todo comenzó cuando en mi tablón de Facebook
escribí mi anécdota favorita: venía del último de los siete primeros días de luto oficial en honor del Rey Padre de Camboya y me lancé a escribir. La
acogida fue buena y ya empezaron a animarme a publicar entradas periódicamente.
Meses antes en Tanzania, mi buen amigo Ilunga me retó a compartir mis
experiencias y consejos de trabajo con otros jóvenes hispanohablantes. Todo
aquello, y con la ayuda de mi gran amigo Víctor Santiago que diseñó el blog, fue el empujón definitivo para comenzar a escribir.
No siempre he podido ser tan
constante como me gustaría, pero el trabajo, la falta de tiempo y la
inspiración no siempre se alinean. Ésta es una exposición de buenas intenciones
para recuperar el hábito con nuevas historias y reflexiones, pero sobre todo
para dar gracias a aquellos que me han permitido tener historias que contar.
Las gracias van para mi familia,
mis amigos y mis compañeros de trabajo en cada uno de los destinos que he
tenido la suerte de disfrutar. A mi abuela Isa le daría las gracias por inculcarme
el amor por la cultura, la historia y el arte al llevarme casi cada semana
cuando era pequeño a alguna exposición en un museo o al cine. A la idealizada
sombra de mi padre que desde que tengo 6 meses de edad ha servido de rumbo e
inspiración de lo que algún día espero llegar a ser, un caballero como él era.
A mis abuelos Miguel y Ernestina, por haber sido mucho más que unos abuelos y a
los que tanto extraño. A mi Yaya con la que conocí el cariño y el amor en su
estado puro. A mi hermana, mis tíos y mis primos que me hacen sentir cerca
aunque siempre esté lejos; que en la distancia, jamás son distantes.
Pero por supuesto, y de manera más concreta a lo que se refiere el
contenido de este blog, he de dar las gracias de manera individual a tres personas
más:
A mi madre, Ernestina, mi
inspiración, rumbo y descanso. La persona que todo lo ha dado por mí. Que con carácter,
fuerza y valor renunció a todo para dar a sus hijos la mejor educación y así,
las mejores oportunidades. Nunca olvidaré aquel almuerzo en casa, con 15 años,
delante de un plato de macarrones cuando, de forma repentina me miró y dijo:
quiero mandarte a estudiar fuera, quizás a Estados Unidos. Ese fue el comienzo.
Conozco bien sus esfuerzos para hacerlo todo sola, y aunque algún día pueda
devolverle lo pagado, jamás le podré devolver lo trabajado y sacrificado. A
ella, gracias.
A mi tío padrino, que junto con
su mujer, mi madrina de facto, creyeron
en mí, me dieron su apoyo, invirtieron en mi educación y se convirtieron en una
fuente inagotable de amparo. Me respaldaron para que viviera y estudiara de una
manera, no sólo digna, sino también cómoda. Porque me tratan como a un tercer
hijo. Porque me transmitieron el amor por viajar, por explorar, por aprender y
descubrir cosas nuevas. Porque son el ejemplo de cómo vivir intensamente
nuestra ciudad natal y al mismo tiempo aprovechar al cien por cien todo lo que
el mundo nos ofrece. A ellos, gracias.
Y cómo no; gracias a todos
aquellos que seguís este blog, que lo visitáis, leéis y comentáis. A los
lectores de España, Estados Unidos, México, Argentina, Francia, Turquía, Reino Unido, Colombia, Georgia… Vuestro apoyo e
interés me motivan a seguir escribiendo y compartiendo experiencias.
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