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miércoles, 18 de diciembre de 2013

      Al viajar no sólo aprendemos historia, geografía y arte, no solamente nos topamos con distintas culturas… también nos hallamos rodeados de una manera de vivir la religión, de dar respuestas a las grandes preguntas de la vida y del universo, de percibir aquello transcendental a lo que mucho llaman Dios.

A lo largo de la historia, toda comunidad ha desarrollado su propia comunicación con Dios. Unos profetas o individuos especialmente espirituales traducían ese dialogo a la comunidad y los sucesivos creyentes la heredaban. El mundo es rico en diversidad y no es extraño pensar que cada sociedad haya interpretado o comprendido de manera diferente a  Dios. La palabra “amor” se expresa con vocablos distintos en cada idioma, pero todos se refieren a la misma realidad.



La sociedad actual podría ser dividida en dos grandes grupos de personas: el hombre ateo, por un lado, y el creyente y agnóstico, por otro. La lectura de la historia tiene así dos perspectivas.

El ateo ha sido capaz de encontrar en la psicología y en la mente humana los mecanismos más insólitos capaces de hasta “crear” a un dios. Está convencido de que dichos engranajes se pusieron a rodar por la mera necesidad del hombre de no sentirse solo buscando así un consuelo y un sentido a la vida misma. No obstante, el hombre, con esos mismos mecanismos no ha conseguido encontrar otros parches para solventar el resto de desdichas que la propia vida conlleva de manera natural.

El creyente, por otro lado, que tiene fe y que siente a Dios, reconoce en el resto de la humanidad a lo largo de la historia, no un mecanismo artificial para ser feliz, sino la constatación real de algo que se percibe, algo real, algo razonable. Un huérfano puede desear tener un padre pero su imaginación no le permitirá crearlo. De modo contrario, el hijo reconoce a sus progenitores por su presencia y su relación con ellos. Aquéllos que estén dispuestos y consigan comunicarse con Dios opinan que su relación con Él es innegable, es obvia, es la constatación de un hecho.

La siguiente cuestión es cuál es la religión verdadera. Es la gran pregunta. Muchos aceptan sin dudar la existencia de Dios, pero las religiones que hablan de Él o de Ellos parecen contradecirse. Entonces, ¿cuál es la verdadera? Esta pregunta, se podrá responder de tres maneras:

Una en cierto modo intransigente: sólo hay una; la mía.

La segunda formulación tendría que partir en su inicio desde el relativismo absoluto para ir encerrándose sobre sí misma hasta llegar a la conclusión de que la suya es acertada.

Finalmente, aquél que no sea capaz de reconocer la suya como acertada será en realidad agnóstico; es decir, reconoce o no niega el hecho religioso, pero no ha formalizado firmemente su relación y la del mundo con Dios ya que sus dudas son tan grandes como sus certezas.

Ya que la primera y tercera formulación no dan pie a un ulterior análisis (sino que concluyen con la simple respuesta “la mía” o “lo ignoro”), podemos seguir adelante desde la segunda postura relativista. Esta postura pretende conciliar la posibilidad de que todas las religiones establecen una legítima (y hasta cierto punto acertada) conexión con la deidad. En la actualidad parece ser una postura respetuosa, políticamente correcta y que permite el diálogo interreligioso sin que por ello se niegue la religión propia como adecuada. Así diríamos que reconocemos la existencia de lo transcendental, algo metafísico que va más allá de lo puramente material y que por tanto no se rige forzosamente por las mismas reglas del mundo físico. Dios existe y todas las comunidades en cada momento de la historia han entrado en contacto con él. La percepción es singular para cada caso. Este postulado se sustenta por el propio origen del mundo, la fe y la posibilidad de sentir la presencia divina a través de la oración.

En mis viajes por países musulmanes, judíos, cristianos, budistas o hindúes he podido ver a los adeptos de cada religión rezar a su dios o dioses. La sensación de que aquéllos en sus templos parecían percibir algo parecido a lo que un cristiano siente al rezar en una iglesia resultaba, a primera vista, evidente. Es la atmósfera especial que se respira en una iglesia, mezquita, sinagoga o pagoda que no se encuentra en una librería, un cine o un restaurante. Es la sensación de que la solemnidad de esos lugares acogen al hecho religioso.



Las religiones son entonces la construcción de ese diálogo entre una sociedad concreta revestida de una cultura e idiosincrasia propias con Dios. Así, desde el punto más relativista de esta formulación podríamos concluir que todas las religiones son medios de comunicación que conectan al individuo con lo trascendental. Si el fin de la comunicación es establecer este contacto, podríamos decir que siempre y cuando alguien sea capaz de acercarse a lo Trascendental a través de una u otra religión, esa religión será válida ya que ha alcanzado su fin.

Por tanto, toda religión que despierte el lado espiritual capaz de iniciar un diálogo entre el hombre y el ser superior es válido. Pero ¿es buena o verdadera? ¿es la que realmente define a Dios y se acerca a la verdad tal y cómo es? ¿Expone y describe el tipo de vida que Dios espera de nosotros? Poco a poco, iremos desprendiéndonos de ese relativismo inicial.

Para hacer frente a esta cuestión hemos de ir considerando ciertos puntos:

Los principios de la mayoría de religiones son bastante parecidos; dentro de cada religión hay pilares doctrinales básicos rodeados de elementos secundarios cuyo desvanecimiento no siempre afectan al corazón de la religión o de la fe, y finalmente, el aporte cultural de la religión define a la sociedad hasta el punto que la sociedad, por su propia cultura y a priori, sólo se podrá comunicar con Dios a través de esa religión y no otra.

Los principios básicos de casi todas las religiones establecen unos ejes que proclaman la paz social, la bondad por encima del mal y el amor a Dios a través de la oración, el buen comportamiento y el trato con aquéllos que nos rodean.

Entre el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, los puntos comunes son mayoritarios y obvios al proceder todos de un tronco común del que se han ido derivando elementos distintivos hasta el punto de convertirlas en religiones independientes.

La Santísima Trinidad católica puede hallar paralelismos con la Trimurti hinduista. El hinduismo es una de las religiones vivas más antiguas del mundo. Se basa en un politeísmo nutrido de una multitud de deidades que en un momento u otro de la historia han entrado en contacto con el hombre. Los tres más importante son Brahma, Visnú y Shiva (conformando la ya mencionada Trimurti). Según sus adeptos, Brahma creó el mundo y todo lo que en él hay. Su paralelismo cristiano podría ser Dios Padre y Creador. Visnú, por otro lado, ha bajado a la Tierra en forma humana y de otras criaturas en multitud de ocasiones para salvar a la humanidad de su propio destino. Cada encarnación se denomina avatar y ve su reflejo en la propia encarnación de Jesucristo, que se hizo hombre para salvarnos. Para acabar, difícilmente encontraremos una relación clara entre Shiva y el Espíritu Santo. Mientras el Espíritu Santo es el propio aliento de Dios, señor dador de vida, expresión de amor entre el Padre, el Hijo y la humanidad, Shiva es la deidad destructora que da equilibrio a la actividad creadora de Brahma y protectora de Visnú.

 


Sin embargo, el hinduismo se va trasladando hacia un monismo teológico, es decir, la creencia en una sustancia divina que todo lo baña, Dios, y que se nos revela a través de los diversos dioses.

Quien viaje a Borobudur (en Indonesia), verá en uno de los templos budistas más colosales la representación del nacimiento y vida de Siddhartha Guatama, fundador del budismo. En esta antigua religión cuyo origen data del siglo V a. C. relata como la reina Maya tuvo un sueño con un elefante blanco al que la tradición llama “Animal Santo” (parecido a Espíritu Santo) que se encarnó en ella concibiendo así al joven Siddhartha, el futuro Buda, “el Iluminado”.



En el Corán, el nombre de Jesús aparece repetido más veces que el propio nombre de Mahoma. Se le reconoce como el penúltimo gran profeta, libre de pecado y nacido de una virgen, María. La única mujer con el honor de poner título a una sura coránica (capítulo en el Corán) es el de María, la Virgen según los cristianos. Aquel que crea en Alá habrá de creer y respetar a Jesús y sus enseñanzas, si bien no lo considerará Hijo de Dios o Dios en sí mismo. Consideran que la Trinidad cristiana es una confusión teológica entre 3 personas distintas: Dios, Jesús como profeta (no como dios) y el Arcángel Gabriel (y no como Espíritu Santo).

Representación coránica persa de Jesús y la Virgen María


Un misionero católico me explicaba las dificultades que habían tenido para evangelizar a muchas tribus Masai del norte de Tanzania y sur de Kenia, ya que la creencia autóctona de algunas de estas comunidades cristianas reconoce a un solo Dios que se hizo hombre y vino al mundo para nuestra salvación. Por qué cambiar una religión ancestral por otra extranjera cuando proclaman algo tan parecido, respondía ellos a los misioneros.



La palabra Alá, como Yaveh, no son nombres distintos para Dios, sino que es la traducción al árabe o al hebreo de una realidad atemporal y universal, “Dios”. De este modo los cristianos arabo parlantes del Líbano llaman al Dios cristiano “Alá”, lo mismo hacen los cristianos de Indonesia y Malasia. Alá no es el nombre de Dios, es el vocablo que designa a Dios.






En el Sintoísmo japonés, sus seguidores han percibido la presencia divina en la naturaleza y en el respeto y devoción a sus antepasados. ¿Cuántos en Occidente se han acercado a Dios a través de los que han perdido, de sus difuntos? Por medio de la profunda convicción de que esos que ya no viven no han dejado de existir, siguen ahí.

Las reflexiones y comparaciones pueden prolongarse hasta hacernos caer en la cuenta de que son muchos los vínculos y puntos en común entre las creencias que comunidades separadas entre sí por kilómetros y siglos han establecido o percibido.

Ha estos pilares se les añaden dogmas más o menos importantes. En ocasiones parecen mitológicos, superfluos, que aportan poco a la esencia de la fe. En otras ocasiones son verdades incuestionadas en el pasado que con el tiempo se han visto matizadas o corregidas. Esta misma corrección pone de relieve su posición secundaria, ayudándonos a vislumbrar la pureza de la religión… esa misma pureza que se asemeja, nuevamente, a la esencia de otras religiones.

Querríamos, sin ninguna legitimidad, decir que no puede existir una religión buena, correcta o válida que no busque la paz social y el bien por encima del mal. Sería difícil admitir como religión legítima para comunicarse con Dios alguna de carácter pseudo-satánica, por ejemplo. Y es que el creyente de las grandes religiones suele encontrar en el Ser Trascendental una fuente de felicidad y de paz que llena su espíritu y cuya manifestación mundana más parecida se encuentra en el amor entre familiares, parejas y amigos, que en tanto que amor, es fuente de bondad, fuente del bien. El relativismo inicial empezaría a quedar acotado entonces por el fin social y bondadoso que toda gran religión proclama.



Por último, hay que aclarar la interrelación entre la cultura y la religión para entender por qué alguien reconocerá una religión cómo validad para sí y no otra. Una comunidad cristiana se sentirá cómoda con el cristianismo para acercarse a Dios en tanto y cuando su cultura encaja bien con el cristianismo. Pero no es menos cierto que su cultura encaja con el cristianismo precisamente porque el cristianismo ha perfilado a esa misma cultura con sus elementos básicos. Así, el creyente en Cristo admitirá que la iglesia cristiana le permite conectar con Dios en tanto y cuando sus principios, su lenguaje y mentalidad; es decir, su cultura, se acomoda y adecúa bien al cristianismo, sin quizás darse cuenta de que en parte, su cultura es la que es gracias al cristianismo. Esto se podría recrear nuevamente con el resto de religiones.

No obstante, en algunos casos, personas pertenecientes a una comunidad con un credo mayoritario reconocen por una u otra razón que la religión con la que nacieron y se criaron no establece los vínculos adecuados para conectar con Dios y así, después de una búsqueda espiritual, encuentran otra que les permite iniciar el anhelado diálogo con lo divino.

Llegado a este punto concluimos que desde el punto de vista de un creyente, Dios existe, que todas las culturas lo han percibido de una manera u otra estableciendo un compendio de principios y ritos litúrgicos que ayudan al individuo a conectarse con Él, que estas religiones nacen en un contexto cultural que puede determinar sus propias características y que a la vez pueden determinar las características de otras culturas (nuevas, derivadas o a las que la religión de un lugar original se extiende). La conclusión del creyente termina estableciendo que cree en Dios, que lo percibe y siente, que su religión le sirve para contactarle, que los dogmas y mandamientos son propios de su cultura y que con ellos se puede alcanzar la felicidad y la paz social. La fe, añadida a todo esto, termina reforzando la idea de que es su religión y no las otras, la verdadera, si bien puede respetar al resto aunque los considere equivocados en mayor o menor medida.


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La Vida en un Monasterio Budista



sábado, 23 de noviembre de 2013

              La corrupción es un mal que desgraciadamente sufren casi todos los Estados en mayor o menor medida. Los que pensaban que en España la corrupción se quedaba a nivel de los ayuntamientos y autonomías se sorprendieron al darse cuenta de que los tentáculos de la avaricia de algunos segmentos de la autoridad se extienden más allá de los previsto.



El consuelo es que dicha corrupción suele circunscribirse a las altas esferas y aún no ha mancillado los extractos sociales en los que el común de los mortales se mueve. Es decir, ciertos miembros del ejecutivo juegan con cifras que a la mayoría nos resultan irreales, pero aún no es frecuente enfrentarse a corruptelas por parte de pequeños funcionarios o policías. No vemos normal tener que pagar propina para obtener un servicio público. En otros países éste no es el caso. No es tan extraño, por desgracia,  hallarse en situaciones en las que el ciudadano calcula a la perfección cuánto tendrá que sacar del bolsillo para seguir su camino, conseguir su pasaporte o saltarse una penalización.



Había tenido mucha suerte y cuando me hablaban de esta realidad me seguía pareciendo lejana… una exageración, ciencia ficción. Había vivido en África y residido en el Sudeste Asiático por meses y no me había enfrentado a un caso de esta índole. Esto cambió aquella noche en Yakarta, Indonesia.

Eran las 2 o las 3 de la madrugada. Salía de una discoteca con un par de amigos, ambos italianos. Tomamos un taxi e indicamos al conductor el nombre del local al que nos dirigíamos. Al fin y al cabo era sábado por la noche y tocaba aprovechar. El taxista salió del complejo en el que se encontraba Inmigrant, una selecta discoteca de Yakarta en la que habíamos pasado las horas previas.



El conductor giró y tomó una carretera muy amplia y casi desierta a aquella hora. Unos cuantos árboles cubrían la acera a los lados. De pronto, sin que se pudiera prever en la distancia, saltó a la carretera un hombre con uniforme de policía deteniendo el coche. El agente se acerca a la ventanilla del copiloto donde se sentaba uno de mis amigos y probablemente sonrió para sí al darse cuenta de que éramos extranjeros. Nos sacó del coche y nos llevó tras aquellos árboles, a un rincón algo más iluminado (aun así en penumbra) donde había una mesilla y su motocicleta.

Nos pidió la documentación. No se conformaba con poco, quería nuestros pasaportes. Uno de nosotros lo llevaba, los demás no. Por lo visto el pasaporte ahora tampoco era suficiente, también quería una fotocopia del mismo con un sello del consulado… La escena no podía ser más clara… ya sabíamos lo que buscaba.

“Tenéis que llevar esa documentación. No lo habéis hecho. Habéis infringido la ley. Por eso tenéis que pagarme…”


Así empezamos una discusión: ¿por qué? No tenemos dinero. No podemos llevar el pasaporte con nosotros todo el tiempo, es peligroso…

Su paciencia parecía desbordarse.

“De acuerdo. No quiero vuestro dinero. Vamos a la comisaría”


En aquel momento de indignación creía preferirlo. Mis amigos se negaron de lleno. Después me contaron que eso hubiera sido lo peor que podíamos hacer. Nunca ganaríamos en una discusión contra un policía en comisaría en plena madrugada. Aún más peligroso… habíamos escuchado historias de policías que aseguraban en comisaría que el extranjero había sido encontrado portando drogas mientras muestran una bolsa con la supuesta sustancia que por supuesto nadie había visto antes. No, no. Era mejor pagar e irnos.

Mientras uno de mis compañeros intentaba convencerle de que nos dejara ir tranquilos, uno de nosotros guardó todo su dinero en sus calzoncillos. Yo hice lo posible por ocultar el mío también. El policía sospechó.


- ¡Dadme el dinero!

- No tenemos.

- Si os registro y tenéis será mucho peor.


Uno de nosotros se resignó. Preguntó cuánto y entonces iniciamos la segunda fase de la negociación… buscar un descuento. Terminamos pagando unos 45 €, nos devolvió nuestra documentación nos dejó marchar. No fue excesivamente caro al cambio en euros, pero en rupias indonesias era un pellizco.



El taxi seguía allí. No se movió. Contempló todo, esperó a que volviéramos sin para el taxímetro y nos llevó a casa. La indignación no nos invitaba a continuar la noche. La pregunta era entonces: ¿se trataba de un verdadero policía? ¿Estaba compinchado con el taxista? ¿O por el contrario aquel conductor tenía miedo de salir perjudicado o estaba efectivamente acostumbrado a este tipo de situaciones? Nunca lo sabremos. Fue un día en que perdimos algo de la inocencia con la que tan cómodamente vivimos en Occidente donde este tipo de corrupción y a estos niveles es prácticamente inconcebible.


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El día en que casi me mataron: Primera Parte





sábado, 2 de noviembre de 2013

 Sorprendido me di cuenta de que la boda a la que asistí en Indonesia tenía mucho en común con la que disfruté en Ruanda. En esta ocasión me invitó una amiga de los contrayentes.

Las bodas en Indonesias dependen de la religión que se procese y del grupo étnico al que se pertenezca. No obstante, en general nos encontraremos ante 2 o 3 momentos significativos de la celebración: la celebración religiosa, la celebración tradicional o tribal y el convite.

Indonesia abarca la mayor comunidad musulmana del mundo siendo el 90% de su población adepta a esta fe. No era de extrañar por tanto, que los novios se casarán bajo el rito mahometano. La ceremonia religiosa suele ser íntima, con los familiares y amigos más allegados. Tiene lugar temprano por la mañana, entre las 6 y las 9 am. Yo no asistí a este evento y fui directamente a la celebración. Tengo entendido que la novia se cambia de vestido y transcurren unas pocas horas hasta que la segunda fase de la boda comienza.



Era medio día. Estaba en la entrada de aquella gran y espectacular sala de ceremonias. La calzada que conducía hasta el recinto se hallaba atestada de grandes y coloridos paneles que los invitados enviaban felicitando a los novios. Las floristerías están especializadas en la ejecución de estas grandes felicitaciones y es que se sabía que había una boda en cualquier punto de la ciudad si a decenas de metros se comenzaban a divisar dichas pancartas floridas.




Todo el mundo vestía sus mejores galas y sus correspondientes estampados dependiendo de la tribu a la que pertenecían. De este modo, familias completas iban perfectamente conjuntadas. No era lo mismo ser sundanés que javanés, las dos etnias mayoritarias de la isla de Java, por ejemplo. La camisa estampada típica de indonesia se llama batik. Como decía, con sólo observar los patrones era posible situar la procedencia del portador: etnia, tribu, clase y poblado. Los autóctonos admitían sin embargo que esto está cambiando ya que la entrada de China en el mercado indonesio con su hiperproducción está haciendo que estos esquemas se tambaleen.

Un ejemplo de la divertida evolución del batik hoy en día: el Real Madrid

Al comienzo de la sala, un libro de firmas y una urna para dejar sobres con dinero para los novios. También regalaban un recuerdo para los asistentes. Los invitados estaban resplandecientes deslumbrando con aquellas estereotípicas clase y elegancia asiáticas. 

Todos se colocan de modo que conforman un pasillo humano preparados para la llegada de los novios. Llega el momento. La flamante pareja entra en la sala. Su vestimenta no podía ser más impresionante. Pesadísimos bordados, maquillaje, complementos, joyas y metros de tela que retorcían sobre sí representaban el máximo exponente de la tradición en un día tan importante. Cada tribu tiene su propio traje: el de los javaneses es impresionante.

Como curiosidad, se puede decir que la novia, si bien no puede enseñar el cabello por respeto al Islam, sí se pinta un flequillo en la frente ya que así lo indica la costumbre javanesa.

Él era juez y ella dentista. Avanzaban con cortísimos pasos por aquel pasillo humano mientras un profesional de la danza javanesa representaba los bailes armónicos y tradicionales de Java y abría el paso para los novios al son de unos mantras en lengua local.





Ascienden al escenario donde, acompañados de sus padres comenzarán a recibir a todos los invitados que como en una recepción en un palacio real europeo se irá desarrollando durante horas. Los novios y sus padres no tienen permitido sentarse. Tendrán que recibir las felicitaciones de todos los allí presentes. Para ello, los invitados se ponían en cola de una manera claramente jerárquica por posición social, relación familiar y finalmente edad. La cola era tan larga que el almuerzo empezó a servirse. Se trataba de un nutridísimo bufet de comida típica indonesia. La gente se servía y permanecía de pie mientras charlaba y esperaba su turno para ponerse en cola.

Cuando los asistentes terminaron de saludar a todos y se hicieron un par de fotos de familia la boda había acabado sin más. Aquéllos que habían comido y presentado sus respetos a los esposos se iban marchando poco a poco hasta que ya casi no quedó nadie.

No hay alcohol ya que son musulmanes, pero tampoco hay música ni más fiesta. Lo que sí hubo fue un derroche de elegancia, tradición y buena comida que me permitieron disfrutar y conocer mejor en qué consiste una boda en Indonesia.


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Las Bodas en Ruanda


domingo, 4 de agosto de 2013

Fuera de las películas que nos llegan de Hollywood, que rara vez nos aportan algo más que el puro entretenimiento (y en ocasiones obras maestras del cine), nos encontramos con un rico cine internacional, menos publicitado, que se convierte en una gráfica ventana al exterior por la que podemos viajar a países “menos comerciales” o aprender de su cultura, política o historia.

Se trata de viajar a través del cine, de plantarnos en escenarios exóticos y para muchos, desconocidos. Con algunas películas nos podemos teletransportar a países en guerra o de los que difícilmente escuchamos o vemos imágenes en la televisión. En este sentido os recomiendo una página web de cine y series internacionales que hace buenas listas recopilando las mejores producciones extranjeras: http://cinema-internacional.es/

Yo os dejo aquí mis propias recomendaciones:

El apasionante cine iraní tiene apellido: Makhmalbaf. El director Mohsen Makhmalbaf y sus hijos han sido los responsables de un buen número de excelentes aunque durísimos dramas ambientados en Irán y Afganistán. Se convierten así en los anfitriones encargados de mostrarnos escenarios, arquitectura, la vida diaria, los problemas y dramas de personas en países conflictivos.

A las Cinco de la Tarde. Ésta fue la película que me introdujo al cine iraní. Cuenta la historia de una chica afgana que viste el burca  por imposición de su padre. Cuando su progenitor la deja cada mañana en una escuela coránica ella toma otro camino; se desprende del velo que cubre su rostro, se calza unos tacones y se cuela en un aula para mujeres más convencional. Su sueño es llegar a ser presidenta de Afganistán. Con ese fin se esforzará por encontrar el discurso de su ídolo político; Benazir Bhutto. Una curiosidad es que el título está inspirado en el famoso poema del poeta español García Lorca que aparece íntegramente recitado en el film. Aquí podéis encontrar la película en español: http://www.cinetube.es/peliculas/drama/ver-pelicula-a-las-cinco-de-la-tarde.html.
Si queréis verla en versión original con subtítulos en inglés también la encontraréis en youtube:


El caballo de dos piernas. Esta durísima película cuenta la historia de un niño afgano bien posicionado que perdió sus piernas al pisar una mina y que pagará a un pobre chico retrasado un dólar al día para que lo lleve a caballito. Conforme la película avanza, el jinete irá poco a poco deshumanizando al improvisado corcel. Sin duda una obra interesantísima y sobrecogedora. Aquí la veréis en versión original con subtítulos en español: 



Buda explotó por vergüenza. Una niña afgana se empeña en ir a la escuela pero en su afán se encontrará múltiples obstáculos: desde no tener dinero para comprarse una libreta hasta ser apresada por un grupo de niños  que juegan a ser talibanes. El título juega con la metáfora de que los Budas de Bamiyan que fueron destruidos por los talibanes en 2001 en realidad se inmolaron por la vergüenza que suponía contemplar lo que sucedía ante sus ojos. En versión original con subtítulos:



Kandahar. Un inquietante viaje a través de Afganistán de una mujer en busca de su hermana que le ha informado por carta d su intención de cometer suicidio. Película en español en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=E6XjaoNjU7A



Otras grandes películas iraníes algo más livianas:

Los Niños del Cielo. Dos hermanos de familia humilde comparten las únicas zapatillas deportivas de las que disponen. Versión original con subtítulos https://www.youtube.com/watch?v=1XkC9it8OPs Un extracto en español:



El Color del Paraíso. Un obra de profundo sentido teológico. Un niño ciego tiene un padre que vive en conflicto sin entender bien si la ceguera de su vástago es o no un castigo de dios. Una película preciosa. Extractos en español: https://www.youtube.com/watch?v=v6ys2Mcueh4


A propósito de Elly. Un grupo de amigos con educación universitaria pasan unas vacaciones a orillas del Mar Caspio. Un terrible incidente trae de cabeza al grupo que empieza a dejarse llevar por la ira, los nervios y la angustia que supone la desaparición de uno de los invitados. Película completa: 
http://www.cinetube.es/peliculas/drama/ver-pelicula-a-proposito-de-elly.html


Cambiamos de región; Indonesia. Hace unos meses estaba tirado en la azotea de un restaurante en Yakarta en la que se proyectaba una película bastante perseguida y que hasta hace muy poco estuvo prohibida en el país. Se titula “The Act of Killing”. En 1965 el Partido Comunista de Indonesia (PKI) era el más numeroso  del mundo justo después de la URSS. En un contexto de creciente popularidad del mismo, el gobierno de Sukarno les acusó instigar una intentona de golpe de estado, lo que sirvió de excusa para iniciar una sangrienta purga contra los afiliados del puño cerrado. El resultado fue la desaparición de más de 500.000 individuos, de todas las edades y de ambos sexos. Para conseguirlo la autoridad se valió, no sólo de los instrumentos oficiales de las fuerzas del orden, sino que también se apoyó en mafiosos y gangster que capitaneaban clanes del crimen, ahora respaldados por el gobierno.

El documental El Acto de Matar es una obra maestra pues el director (de EEUU) consigue contactar a una panda de líderes de estas matanzas y les convence de hacer una película en la que, como si de los héroes que salvaron al país del comunismo se trataran, relatan cómo mataron a sangre fría a aquellas víctimas. La escena más espeluznante es cuando uno de los jefecillos representa el papel de su propia víctima entrando en profundo shock al descubrir lo que sus ejecutados sufrieron en medio de aquella sangría.

http://www.thejakartaglobe.com/news/the-act-of-killing-to-be-released-for-free-in-indonesia/



Para acabar me gustaría citar una serie de producciones indo-canadienses, la trilogía de Deepa Mehta:

Agua. Trailer:


Tierra. Película completa en inglés.



Fuego. Película completa en español:



¡Disfrutad viajando y aprendiendo a través del cine!

viernes, 31 de mayo de 2013

       Cambiamos de continente y nos vamos al Sudeste Asiático. Por ser Tailandia uno de los exponentes culturales de la región, la mayoría piensa que sus países vecinos disfrutan tanto del picante como los siameses… no es el caso de Camboya. La cocina jemer es rica, deliciosa y también guarda un hueco para probar algo exótico.

A parte de los numerosos vendedores ambulantes (especialmente en las zonas rurales) que ofrecen todo tipo de insectos fritos, también hay restaurantes de categoría que se dedican a las mismas lides.
Se trata del restaurante Romdeng, en Phnom Penh. Aquí aprendices de chef hacen de las suyas y ponen sobre el mantel manjares como tarántulas fritas o filetes con salsa de hormigas. En el primer caso se trata de tres tarántulas. El sabor es algo salado y la sensación es crujiente y propia de la comida frita. Lo mejor son las patas y el tórax; la cola puede ser algo viscosa…

Tarántulas fritas

Con respecto a las hormigas, es interesante, pero ofrece muy poco al plato, no se perciben demasiado. Vale la pena probarlas, no obstante.

Carne con salsa de hormigas

En la jungla de Mondulkiri, nuestros guías se dedicaron a cazar ranas por la noche que cocinarían por la mañana para el desayuno. Empaladas entre dos ramas se harían al fuego resultando en una carne tiernísima y muy sabrosa. En el Reino de Camboya las comía muy a menudo… casi todas las semanas.
También en Camboya fui a uno de los dos únicos restaurantes norcoreanos del país. Repito, Corea del Norte. Se pueden considerar como las únicas embajadas culturales del aislado estado asiático. Allí las camareras, que no tienen permiso para abandonar el restaurante y la zona que lo rodea y según dicen tienen requisados sus pasaportes, llevan el vestido tradicional coreano y bailan una de las danzas autóctonas. El plato estrella es el famoso perro coreano… que justo el día que yo fui se había acabado. Me conformé con lengua de buey y corazón de vaca, si no recuerdo mal.

Ranas recién cazadas en la jungla de Mondulkiri

En Vietnam por fin encontré lo que andaba buscando… carne de perro. Se trata de una raza destinada al consumo, no a la compañía. Es un plato muy común en algunos países de Asia; en especial, Corea, Vietnam y algunas comunidades no musulmanas de Indonesia (el Islam prohíbe el consumo de carne canina además de la porcina). Tomé una moto que me llevó al restaurante local donde entre fogones preparaban carne de perro de todas las maneras imaginables. Se trata de una carne tierna y extremadamente sabrosa… Repito.

En Singapur, un buen amigo me llevó a probar la otra parte de la que se considera una de las mejores cocinas de Asia. Degusté las patas de gallo y los célebres huevos centenarios. Se trata de huevos que después de largas temporadas mantenidos en conservas toman un color oscuro, casi negro… admito que no me gustaron demasiado. Al menos lo acompañé con delicioso zumo de caña de azúcar.
Patas de gallo

Huevos centenarios

La línea roja de la cocina exótica la sobrepasé en Indonesia. En Yakarta hay varios restaurantes que se dedican a servir comida quizás demasiado extravagante… Éste es el menú y esto lo que tomé:

Sangre de cobra:
Si vas a la cocina podrás ver todas las jaulas con distintos tipos de serpientes. Allí podrás elegir tu cobra. En frente de ti la sacarán, la decapitarán y la estrujarán derramando su sangre hasta rebosar el vaso. Acto seguido la desollarán y le extraerán el hígado que será mezclado con la sangre y licor de arroz. La creencia popular es que la sangre de cobra da al que la consume fuerza y resistencia… yo cogí una gastroenteritis que me tuvo en el hospital 4 días… No repito. Eso sí, fui el único de todos los que conozco que se puso malo… ¿mala suerte?

Elige tu cobra

Antes de ser decapitada

Extrayendo su sangre

Preparación final con su hígado 

Carne de pitón. Deliciosa. Mi favorita de aquel día. Tierna, con más espina de las que esperaba, sabrosa y jugosa. Repetiría.
Rodajas de pitón cortadas por la mitad


Carne de lagarto. Sin más. No veo por qué repetir.

Carne de mono. Ésta presentaba una cierta encrucijada ética… al final la probamos y resultó ser bastante tierna y rica.  

Carne de murciélago… la peor… A veces pienso que fue ésta la que me produjo la gastroenteritis.


Moraleja: hay mucho que probar, pero también hay que tener cuidado. Sólo he enfermado una vez y eso sí que no se lo recomiendo a nadie.

Echadle un ojo a la entrada que precede a ésta si queréis leer más sobre comida exótica de otros países: Cocina Exótica: Mucho Cuidado Con Lo Que Comes. Tanzania, Kenia, Egipto Y México.

El Mundo Es Demasiado Grande

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