Una de las experiencias profesionales más
interesantes y enriquecedoras que jamás he vivido fue la que tuve durante mi
estancia en Kigali, capital de Ruanda, como pasante para el Monitoring Team del Tribunal Penal Internacional para Ruanda de las
Naciones Unidas (UNICTR, en sus siglas en inglés).
Después de pasar cinco meses en Arusha, Tanzania, haciendo prácticas para la sede principal y de Primera Instancia de dicho tribunal, me ofrecieron la oportunidad de continuar mi pasantía en el país donde todo tuvo lugar; la escena del crimen del terrible Genocidio de Ruanda de 1994 que se llevó por delante la vida de alrededor de un millón de tutsis y hutus moderados en tan sólo tres meses.
Después de pasar cinco meses en Arusha, Tanzania, haciendo prácticas para la sede principal y de Primera Instancia de dicho tribunal, me ofrecieron la oportunidad de continuar mi pasantía en el país donde todo tuvo lugar; la escena del crimen del terrible Genocidio de Ruanda de 1994 que se llevó por delante la vida de alrededor de un millón de tutsis y hutus moderados en tan sólo tres meses.
El Monitoring
Team fue creado en el contexto de la última etapa de un Tribunal que,
después de 17 años enjuiciando a presuntos genocidas, iba a ser disuelto. Una
lista con nombres de unas ocho personas hacía referencia a presuntos genocidas,
aún no juzgados por la corte y que serían transferidos de la jurisdicción
internacional a la jurisdicción nacional de Ruanda. Las razones pueden
resumirse en tres:
·
Los
casos no revestían la suficiente entidad como para ser oídos por tan alto tribunal
(Ej. no se trataba ni de ministros ni de altos cargos militares).
·
El
Tribunal encaraba su última fase en plena campaña de desprestigio basada en el retraso para la finalización de sus
trabajos o su alto coste.
·
El
convencimiento de que Ruanda, después de haber enmendado algunas de sus leyes y
reconocido nuevos derechos procesales, era plenamente apta para encargarse de
estos asuntos.
Centro Penitenciario de Kigali |
El Monitoring
Team fue entonces fundado por orden del tribunal para asegurarse de que los
acusados transferidos recibirían un trato basado en los derechos humanos en
línea con los merecidos derechos procesales y los estándares mínimos
internacionales.
El primer sujeto de la lista en ser transferido ya
tenía nombre: Jean Bosco Uwinkindi, un pastor protestante acusado de genocidio.
Uwinkindi con el uniforme de acusado (los acusados militares visten de verde, el resto, de rosa, y los convictos de naranja) |
Con este equipo de supervisores tuve la oportunidad
de analizar la legislación ruandesa, asistir a juicios en el Tribunal Supremo y
Tribunal Superior de Justicia, interesantes reuniones con actores relevantes en
el caso, recopilar y analizar la repercusión del caso en los medios de
comunicación, pero muy especialmente, entrevistarme en el patio de detención de
la prisión de Kigali con el presunto genocida.
La labor de alguien trabajando en el campo de los
derechos humanos es asegurarse de que esos derechos sean aplicados y estén al
alcance de todos… también para los acusados. La presunción de inocencia ha de
prevalecer siempre; también aquí. No estoy en la posición de dar a conocer los
entresijos del procedimiento ya que forman parte de mi experiencia, del secreto
profesional y de la actualidad de un caso que sigue pendiente de sentencia. No
digo más que lo que los documentos publicados prescriben. No obstante, sí que
puedo compartir que jamás olvidaré aquel día en que me fue brindada la
oportunidad de estudiar un caso de derecho internacional y derechos humanos de
la manera más práctica y tangible que pueda haber; estrechar la mano a un
presunto genocida.
Uwinkindi en una de las primeras vistas preliminares |
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