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sábado, 7 de septiembre de 2013

Apretón de manos a un presunto genocida

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                Una de las experiencias profesionales más interesantes y enriquecedoras que jamás he vivido fue la que tuve durante mi estancia en Kigali, capital de Ruanda, como pasante para el Monitoring Team del Tribunal Penal Internacional para Ruanda de las Naciones Unidas (UNICTR, en sus siglas en inglés). 

Después de pasar cinco meses en Arusha, Tanzania, haciendo prácticas para la sede principal y de Primera Instancia de dicho tribunal, me ofrecieron la oportunidad de continuar mi pasantía en el país donde todo tuvo lugar; la escena del crimen del terrible Genocidio de Ruanda de 1994 que se llevó por delante la vida de alrededor de un millón de tutsis y hutus moderados en tan sólo tres meses.



El Monitoring Team fue creado en el contexto de la última etapa de un Tribunal que, después de 17 años enjuiciando a presuntos genocidas, iba a ser disuelto. Una lista con nombres de unas ocho personas hacía referencia a presuntos genocidas, aún no juzgados por la corte y que serían transferidos de la jurisdicción internacional a la jurisdicción nacional de Ruanda. Las razones pueden resumirse en tres:

·         Los casos no revestían la suficiente entidad como para ser oídos por tan alto tribunal (Ej. no se trataba ni de ministros ni de altos cargos militares).

·         El Tribunal encaraba su última fase en plena campaña de desprestigio basada en el retraso para la finalización de sus trabajos o su alto coste.

·         El convencimiento de que Ruanda, después de haber enmendado algunas de sus leyes y reconocido nuevos derechos procesales, era plenamente apta para encargarse de estos asuntos.

Centro Penitenciario de Kigali

El Monitoring Team fue entonces fundado por orden del tribunal para asegurarse de que los acusados transferidos recibirían un trato basado en los derechos humanos en línea con los merecidos derechos procesales y los estándares mínimos internacionales.

El primer sujeto de la lista en ser transferido ya tenía nombre: Jean Bosco Uwinkindi, un pastor protestante acusado de genocidio.

Uwinkindi con el uniforme de acusado
(los acusados militares visten de verde, el resto, de rosa, y los convictos de naranja)


Con este equipo de supervisores tuve la oportunidad de analizar la legislación ruandesa, asistir a juicios en el Tribunal Supremo y Tribunal Superior de Justicia, interesantes reuniones con actores relevantes en el caso, recopilar y analizar la repercusión del caso en los medios de comunicación, pero muy especialmente, entrevistarme en el patio de detención de la prisión de Kigali con el presunto genocida.


La labor de alguien trabajando en el campo de los derechos humanos es asegurarse de que esos derechos sean aplicados y estén al alcance de todos… también para los acusados. La presunción de inocencia ha de prevalecer siempre; también aquí. No estoy en la posición de dar a conocer los entresijos del procedimiento ya que forman parte de mi experiencia, del secreto profesional y de la actualidad de un caso que sigue pendiente de sentencia. No digo más que lo que los documentos publicados prescriben. No obstante, sí que puedo compartir que jamás olvidaré aquel día en que me fue brindada la oportunidad de estudiar un caso de derecho internacional y derechos humanos de la manera más práctica y tangible que pueda haber; estrechar la mano a un presunto genocida.

Uwinkindi en una de las primeras vistas preliminares

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