Sorprendido me di cuenta de que la boda a la que asistí
en Indonesia tenía mucho en común con la que disfruté en Ruanda. En esta
ocasión me invitó una amiga de los contrayentes.
Las bodas en Indonesias dependen de la religión que
se procese y del grupo étnico al que se pertenezca. No obstante, en general nos
encontraremos ante 2 o 3 momentos significativos de la celebración: la
celebración religiosa, la celebración tradicional o tribal y el convite.
Indonesia abarca la mayor comunidad musulmana del
mundo siendo el 90% de su población adepta a esta fe. No era de extrañar por
tanto, que los novios se casarán bajo el rito mahometano. La ceremonia religiosa
suele ser íntima, con los familiares y amigos más allegados. Tiene lugar
temprano por la mañana, entre las 6 y las 9 am. Yo no asistí a este evento y
fui directamente a la celebración. Tengo entendido que la novia se cambia de
vestido y transcurren unas pocas horas hasta que la segunda fase de la boda
comienza.
Era medio día. Estaba en la entrada de aquella gran
y espectacular sala de ceremonias. La calzada que conducía hasta el recinto se
hallaba atestada de grandes y coloridos paneles que los invitados enviaban
felicitando a los novios. Las floristerías están especializadas en la ejecución
de estas grandes felicitaciones y es que se sabía que había una boda en
cualquier punto de la ciudad si a decenas de metros se comenzaban a divisar
dichas pancartas floridas.
Todo el mundo vestía sus mejores galas y sus correspondientes estampados dependiendo de la tribu a la que pertenecían. De este modo, familias completas iban perfectamente conjuntadas. No era lo mismo ser sundanés que javanés, las dos etnias mayoritarias de la isla de Java, por ejemplo. La camisa estampada típica de indonesia se llama batik. Como decía, con sólo observar los patrones era posible situar la procedencia del portador: etnia, tribu, clase y poblado. Los autóctonos admitían sin embargo que esto está cambiando ya que la entrada de China en el mercado indonesio con su hiperproducción está haciendo que estos esquemas se tambaleen.
Al comienzo de la sala, un libro de firmas y una
urna para dejar sobres con dinero para los novios. También regalaban un recuerdo
para los asistentes. Los invitados estaban resplandecientes deslumbrando con
aquellas estereotípicas clase y elegancia asiáticas.
Todos se colocan de modo que conforman un pasillo humano preparados para la llegada de los novios. Llega el momento. La flamante pareja entra en la sala. Su vestimenta no podía ser más impresionante. Pesadísimos bordados, maquillaje, complementos, joyas y metros de tela que retorcían sobre sí representaban el máximo exponente de la tradición en un día tan importante. Cada tribu tiene su propio traje: el de los javaneses es impresionante.
Todos se colocan de modo que conforman un pasillo humano preparados para la llegada de los novios. Llega el momento. La flamante pareja entra en la sala. Su vestimenta no podía ser más impresionante. Pesadísimos bordados, maquillaje, complementos, joyas y metros de tela que retorcían sobre sí representaban el máximo exponente de la tradición en un día tan importante. Cada tribu tiene su propio traje: el de los javaneses es impresionante.
Como curiosidad, se puede decir que la novia, si bien
no puede enseñar el cabello por respeto al Islam, sí se pinta un
flequillo en la frente ya que así lo indica la costumbre javanesa.
Él era juez y ella dentista. Avanzaban con
cortísimos pasos por aquel pasillo humano mientras un profesional de la danza
javanesa representaba los bailes armónicos y tradicionales de Java y abría
el paso para los novios al son de unos mantras en lengua local.
Ascienden al escenario donde, acompañados de sus padres comenzarán a recibir a todos los invitados que como en una recepción en un palacio real europeo se irá desarrollando durante horas. Los novios y sus padres no tienen permitido sentarse. Tendrán que recibir las felicitaciones de todos los allí presentes. Para ello, los invitados se ponían en cola de una manera claramente jerárquica por posición social, relación familiar y finalmente edad. La cola era tan larga que el almuerzo empezó a servirse. Se trataba de un nutridísimo bufet de comida típica indonesia. La gente se servía y permanecía de pie mientras charlaba y esperaba su turno para ponerse en cola.
Cuando los asistentes terminaron de saludar a todos y se hicieron un par de fotos de familia la boda había acabado sin más. Aquéllos que habían comido y presentado sus respetos a los esposos se iban marchando poco a poco hasta que ya casi no quedó nadie.
No hay alcohol ya que son musulmanes, pero tampoco
hay música ni más fiesta. Lo que sí hubo fue un derroche de elegancia, tradición y buena comida que me permitieron disfrutar y conocer mejor en qué consiste una boda en Indonesia.
No dejéis de leer:
No dejéis de leer:
No hay comentarios:
Publicar un comentario